Mujer de rojo

Admítelo, todavía te importa, todavía piensas en él. A pesar de la sana distancia que marcas, su varita mágica sigue entrando en ti para quitarte el velo de la mente y del cuerpo. Piensas en él porque te ayuda a desnudar tu lengua, porque te deja con tu historia, tus grietas y tus máscaras en una mano, y tus pinceles y tus lienzos en la otra. Piensas en él porque te acerca a la boca las semillas que despiertan a la mujer congelada, porque te orilla a convertirte de una vez en la mujer que viste de rojo, que pinta en rojo, que habla en rojo.